Praga |
Praga es una de las ciudades más emblemáticas de Europa. Muchos de los que la visitan piensan, erróneamente, que se trata de una capital de la Europa del este. No obstante, sólo hay que dar un rápido vistazo al mapa para ver que Praga y la República Checa están situadas en el corazón del continente. Bienvenidos al centro de Europa. Desde que dejaron de formar parte del Imperio Austro-húngaro, los checos (y los eslovacos) han pasado de la independencia a las respectivas ocupaciones alemana y soviética, y otra vez a la independencia. El gran número de iglesias, catedrales, monumentos de piedra y chapiteles dorados que se esparcen por toda la ciudad han convertido a Praga en un auténtico bastión de estilos arquitectónicos. Esta magnífica capital europea supura historia por todas sus costuras. Deténgase en la cima de las escaleras del Parque Letna, junto al gigantesco metrónomo rojo, y admire los preciosos puentes que cruzan el Río Vltava así como las destellantes torres que se alzan en el horizonte. Pasee por el barrio de Malá strana y dé un vistazo al interior barroco de la Iglesia de San Nicolás, o bien diríjase hacia a la isla de Kampa, desde donde gozará de maravillosas vistas del río y sus esclusas. Cruce el Puente de Carlos y deambule por el casco antiguo (Staré mìsto), donde podrá visitar una infinidad de iglesias y teatros, muchos de ellos con una historia que se remonta hasta el siglo XIII; a continuación camine hasta llegar a la parte nueva de la ciudad (Nové mìsto) y a la Plaza de Wenceslao, donde encontrará galerías de arte, tiendas y restaurantes. Nada más ponerse el sol, la noche se llena de un pequeño ejército de vendedores ambulantes de entradas para bares y clubes. Si lo que desea es disfrutar de una espléndida vista panorámica de la ciudad, le recomendamos la cima de la Torre Žižkov, la última adición a la ya inmensa colección de chapiteles de la ciudad. En la tierra de los eslavos occidentales, imperan la cerveza y las comidas sustanciosas. Aquí nunca se levantará de la mesa con hambre. Pruebe los dumplings (knedliky) con salsa de nata o bien un plato del estofado picante típico (goulash). Pase una noche en la taberna hincando el diente en una rodilla de cerdo (koleno) y disfrutando de una buena jarra de cerveza checa [link 15] elaborada con ingredientes naturales que le proporcionan la espuma justa. En la República Checa, el arte de elaborar y servir cerveza no es ninguna pequeñez. Tanto si ha venido a disfrutar de un fin de semana de cerveza y desenfreno como si es usted un entusiasta de la arquitectura y está aquí para explorar esta auténtica mina de cultura, Praga tiene mucho que ofrecerle. Disfrútelo todo, desde edificios a comida, música y mucho más. Aquí siempre encontrará algo que le despertará la imaginación. |