Para los visitantes que sólo vengan de visita a Lisboa y a sus alrededores, el coche puede suponer más un estorbo que una ayuda. Las calles del centro son muy estrechas y aparcar resulta difícil, hay miles de reglas, como la prohibición casi universal de girar a la izquierda, y el estilo de conducir puede hacer perder los nervios a los conductores de países más tranquilos. Una vez dicho esto, vaya al aparcamiento del hotel o a un aparcamiento y utilice el coche únicamente para visitar los lugares de interés de los alrededores (por ejemplo, los castillos y los palacios de Sintra), al igual que lo haría en la mayoría de las ciudades europeas. Por lo tanto, no tema conducir aquí, pero sea prudente.
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